domingo, 3 de marzo de 2013

Ca Búm - Daniel Frini


El índice de decaimiento de las reacciones termonucleares disminuía de una manera alarmante. 
La estrella, incapaz de sostenerse, estaba a punto de colapsar en una explosión de supernova.
En la nave, los científicos observaban a través del gran cristal; mientras los monitores a sus espaldas iban desgranando cifras, gráficos e imágenes en distintas longitudes de onda.
En el gran cristal, de tres metros de alto por cinco de ancho, que ocupaba toda la pared frontal de la nave, se veía el espacio negro, con la estrella en estudio en el centro y algún punto brillante y pequeño acá o allá. 
En un instante todo era negro, y al siguiente, la luz cegadora de la explosión pintó toda la sala
 de un blanco insoportable.
Los hombres, flotando de frente a la estrella que moría, con anteojos oscuros y vestidos uno con zunga leonada 
y el otro con bermuda surfera, contuvieron el aliento por un momento interminable.
―Qué lo parió ―dijo Zamudio.
―Impresionante ―dijo Pettorutti.
―Ajá.
―Páseme el bronceador.
―Acatá.
―Alcánceme una birra de la heladerita. Cuídese la cara. Usted tiene piel muy blanca.
―No se haga problema ¿Quedó algún sánguche de crudo y queso?