lunes, 30 de julio de 2007

Lo cuántico en la conciencia subjetiva.


Cuando dos asteroides colisionan en el vacío, lo que tiene lugar es una transformación de la energía. La forma de esa transformación, a escala macroscópica, es la de un choque de dos rocas, según la interpretación de un observador macroscópico.
La forma macroscópica de dicha transformación es
información concerniente al fenómeno. Dicha información es un trasunto de lo que ocurre, y es real, pero no es lo que ocurre verdaderamente de manera concreta. Lo concreto es aquello que ocurre en la escala mínima. Por ejemplo, un fotón es un fotón en la escala ultramicroscópica, no un trasunto de otra cosa. Mientras no se descubra una escala menor, un fotón es un objeto concreto, no está constituido por otros objetos de una escala menor, es elemental, irreducible, y no es otra cosa aparte de un fotón.
La
interacción sistemática entre objetos concretos adopta la forma de fenómenos emergentes que, aun siendo complejos y reales (real = detectable = efectivo) no por ello dejan de ser trasuntos, "puzzles fluidos" cambiando de estado en cuatro dimensiones, formas configuradas sistemáticamente por sus piezas, información. La información consiste en una interacción entre objetos y un cambio de sus estados que implica una comunicación de dicha información; la información es la medida de la inversa de la entropía .
Un objeto es aquello que un observador determina como objeto. Hay objetos concretos y abstractos. Abstracto es un objeto como la palabra "fotón", que es un trasunto abstracto de un fotón. Hay objetos concretos sin contrapartida abstracta, y también hay objetos abstractos sin contrapartida concreta, como "belleza", que es una aproximación más o menos afortunada a la concreción, eficaz como concreta con un error despreciable en la práctica, como cuando un observador subjetivo realmente admira la belleza de algún objeto en particular, asumiendo su concreción con un error despreciable en la práctica, despreciable gracias a que el observador subjetivo está confinado en una escala macroscópica de
observación determinada, que de ese modo actúa como escala mínima.
Los fotones, aunque sean concretos, pueden ser virtuales (virtual = latente = irreal = indetectable = inefectivo).
La parte detectable del
universo es la real, que incluye lo concreto y lo abstracto, pero hay además una parte virtual que tiene la posibilidad de ser efectiva, posibilidad que se formula en función de una probabilidad no-nula para cada historia posible. Dicha parte virtual podría ser el resultado de una interpretación intuitiva de algo contraintuitivo difícil de explicar de otro modo, pero lo cierto es que se recurre a los objetos virtuales para explicar diversos fenómenos reales a escala ultramicroscópica, como es el caso de los fotones virtuales que explican el mecanismo de transferencia de Förster . La mente (el encéfalo en funcionamiento), incluida la percepción consciente y subjetiva de la realidad, es parte de la realidad, y no es preciso recurrir a la virtualidad para explicar la mente .
Así como las microgotas de una nube en el cielo pueden adoptar la forma macroscópica de un animal, sin que las microgotas de una nube sean partículas cuánticas elementales ultramicroscópicas, las microscópicas neuronas, que tampoco son partículas elementales, pueden adoptar la forma de la experiencia consciente subjetiva, que es una forma más compleja que la de un animal en una nube, pero que no por ello deja de ser otro trasunto, formas que surgen con los cambios del estado morfofuncional de la
estructura autoorganizada del encéfalo, y cuya emergencia se explica sin necesidad de recurrir a lo virtual, pues se explica a partir de fenómenos reales conocidos .

Del mismo modo que no hay que confundir entre sí los términos: concreto-abstracto con real-virtual ni con verdadero-falso, tampoco hay que confundir entre sí conciencia y subjetividad (subjetividad = conciencia subjetiva en particular, no conciencia en general). La subjetividad es una propiedad emergente en encéfalos con suficiente complejidad, y consiste en la experiencia consciente como sujeto. La experiencia consciente subjetiva es efectiva a escala macroscópica (escala de redes neurales), mientras que el proceso morfofuncional neuronal fundamental tiene lugar a escala microscópica (escala de neuronas y circuitos). La emergencia de la subjetividad depende de la complejidad del sistema, y el mecanismo de emergencia de la subjetividad a partir de la interacción neuronal consiste en un cambio de escala en el sistema constituido por el encéfalo a lo largo de su dinámico y peculiar proceso morfofuncional normal .
Los que intuyen que debe de haber alguna relación entre la
mecánica cuántica y los fenómenos de la conciencia y la subjetividad quizá no anden del todo desencaminados, ya que la emergencia de la subjetividad es un fenómeno seudomacrocuántico, y tiene lugar en el terreno de la abstracción (de ahí que se lo califique como "seudo", pues es el trasunto de un fenómeno macrocuántico).
Un fenómeno macrocuántico es un fenómeno cuántico perceptible a simple vista, a escala macroscópica confinada. El fenómeno seudomacrocuántico que tiene lugar en el encéfalo, y mediante el cual emerge la propiedad de la subjetividad en el sistema, consiste en un seudoentrelazamiento de los objetos abstractos procesados en el encéfalo. Dicho de otro modo: la conciencia subjetiva se confina y emerge mediante una seudosuperposición de estados
producto en el encéfalo .
Hay otros
sistemas, distintos al encéfalo, que dan forma a escala macroscópica al trasunto de algunos de los fenómenos propios de escalas ultramicroscópicas. Es el caso del agua, que mediante el movimiento de sus moléculas genera ondas macroscópicas que presentan características similares a las de los fotones (los fotones son ondas).
Por ejemplo, las ondas (o seudo-ondas) en el seno de un líquido, o las ondas sonoras en el
aire, presentan fenómenos de interferencia, como las ondas de luz. Pero ni las ondas del agua ni las del aire son ondas concretas (aunque a ciertos efectos se puedan tomar como concretas en la práctica a determinada escala), ya que ni llevan asociada una partícula, como el fotón, ni son más que formas del agua, información, formas que representan a ondas. Un fotón no es el trasunto de una onda, es una onda (y un corpúsculo).
El movimiento ondulatorio en el aire y en
el agua no son ondas concretas, pero son un trasunto aceptable con un error despreciable en la práctica a determinada escala, pues, de hecho, los animales realmente oyen, y las olas realmente rompen en la costa. Hay más ejemplos de fenómenos ultramicroscópicos representados a escala macroscópica por formas emergentes, como es el caso del movimiento orbital.
En el caso del
sonido, su representación en el encéfalo en forma cuantificada, codificada, asociada, integrada, isomórfica, organizada, compatible, real y abstracta le otorga a las ondas del aire, en el terreno de la abstracción, esa particularidad de la que carecen, una seudoparticularidad que, aunque falsa, es real, es detectable, pues un individuo realmente oye algo que considera concreto con un error despreciable en la práctica, aunque dicha percepción ya no sea el movimiento del aire, sino su representación abstracta en unas redes neurales al "moverse" el encéfalo, al ir cambiando su estado morfofuncional, al generar información.
En el encéfalo las neuronas generan, conducen y transmiten potenciales de
acción, que descargan en trenes que, además de representar al entorno, representan ondas también, ondas de actividad neuronal. La teoría de la emergencia de la subjetividad mediante el cambio de escala predice la existencia de un movimiento con carácter ondulatorio (y cuántico) de la materia encefálica autoorganizada, a escala microscópica. Ésto no es nuevo, pues ya desde la época de Sherrington se le ha dado gran importancia a los fenómenos de "concurrencia temporal de la actividad neuronal", es decir, a los fenómenos de sincronización de la actividad neuronal, interés que ha seguido vivo desde entonces, como es sabido .
Pero es que esta teoría del cambio de escala predice algo más que los fenómenos de sincronización neuronal (sincronización = puesta "en fase" de las ondas de actividad neuronal, haciendo coincidir crestas con crestas y valles con valles). Lo que esta teoría predice además, tal como reza en su enunciado (la conciencia subjetiva se confina y emerge mediante una seudosuperposición de estados producto en el encéfalo), es que la actividad neuronal debe verse también implicada en la representación de fenómenos de interferencia de la actividad neuronal, o sea, fenómenos de formación de ondas coherentes; es decir, que aparte de encontrarse actividad neuronal sincronizada, en fase, deberían poderse detectar fenómenos de coherencia de la actividad neuronal; dicho de otro modo: debería poderse detectar actividad neuronal caracterizada por el
mantenimiento de una diferencia de fase constante entre ciertas neuronas, independientemente de si están en fase (sincronizadas), o no.
Según esta teoría, para localizar el correlato de la subjetividad probablemente haya que buscar entonces actividad neuronal coherente, y no sólo sincronismo neuronal (tal vez el enigmático papel de las áreas de asociación cortical sea, entre otros, el de dotar de coherencia a la actividad neuronal). Encontrar este tipo de actividad neuronal coherente (con una diferencia de fase constante), mediante
registro en vivo con microelectrodos, supondría un respaldo importante para esta teoría.
Esta teoría se refiere a la emergencia de la subjetividad, de la conciencia subjetiva en particular, no de la conciencia en general. Lo que emerge es la propiedad de la subjetividad. La conciencia ya se encuentra a escala microscópica, pues consciente es la información transmitida entre neuronas. La información que se transmite entre neuronas es abstracta (representativa), real, isomórfica y compatible; dicha información es por tanto un
conocimiento verdadero, y con un error despreciable, del objeto representado, es consciente .
No hay que confundir subjetividad y conciencia. La conciencia es un
concepto abstracto referido a una propiedad característica del sistema nervioso a escala micróscópica, que no se pierde a escala macroscópica con el cambio de escala de observación (de modo que la propiedad emergente de la subjetividad conlleva una experiencia consciente que además es subjetiva).
La propiedad de la conciencia implica que la información abstracta procesada en el sistema nervioso es consciente. El proceso físico de la conciencia depende de la interacción sistemática de muchas piezas, y por tanto no es el resultado de una sola causa, sino de un proceso físico, real, complejo y sistemático, que implica a numerosos objetos de un sistema. La conciencia no se explica respondiendo a un por qué, sino a un cómo.
Las neuronas no son conscientes, lo consciente es la información que transmiten, y la conciencia en sí no existe de forma concreta, es una abstracción con la que se quiere dar cuenta de una propiedad del sistema nervioso.
Los seres conscientes no poseen la conciencia de forma concreta en lugar alguno de su cuerpo. La conciencia es una propiedad, no un objeto concreto, ni un neurotransmisor secretado por una
neurona, ni un campo electromagnético exótico, etc. Los seres son conscientes al transmitir información consciente.
En
el lenguaje coloquial se entiende por estar consciente a estar despierto como sujeto individual y con algún contenido informático presente en dicha experiencia, es decir, se entiende como sinónimo de la experiencia consciente subjetiva en particular, que es un estado morfofuncional del encéfalo. Pero existe el estado consciente no subjetivo (que quizá sea preferible denominar subconsciente, o infrasubjetivo, antes que inconsciente, como lo denominaba Freud), pues la información infrasubjetiva es consciente, aunque pueda no estar integrada en el fenómeno particular de la subjetividad en un momento dado. De modo subconsciente se resuelven de manera incesante infinidad de problemas, y se puede comprobar cómo las soluciones surgen de manera automática por sistema. Las respuestas emergen en la subjetividad de manera automática tras ser procesadas de manera consciente y sistemática, pero infrasubjetiva, y emergen con tanta rapidez, desde el punto de vista de la subjetividad, que las respuestas parecen instantáneas, como si hubiesen surgido de la virtualidad, pero provienen del subconsciente, que forma parte de la realidad, y tardan unos milisegundos en producirse.
La información abstracta transmitida y procesada por las neuronas en las sinapsis es consciente, aunque posiblemente no subjetiva a escala microscópica en cada sinapsis, pues para que sea subjetiva debe emerger la subjetividad, algo que requiere una determinada
organización morfofuncional y cierta complejidad.
Se desconoce si el sistema nervioso de una hormiga es lo suficientemente complejo como para llevar a cabo una seudosuperposición de estados producto en su sistema nervioso y que se confine y emerja la subjetividad. Pero una hormiga procesa información consciente, de modo que su
conducta es consciente, aunque quizá sin experiencia consciente subjetiva del fenómeno.
¿Es consciente un protozoo, aunque no posea sistema nervioso, o es consciente su conducta al menos, dado que es un ser vivo, basado en la autoorganización, y con una conducta propositiva?
La hormiga integra su conducta motora en parte en
función de la integración de la información abstracta que procesa (menos compleja que la que procesa un ser humano, pero abstracta a fin de cuentas). A diferencia de lo que ocurre con la hormiga, cuando un protozoo capta información del entorno no la codifica en forma abstracta.
Los receptores del protozoo que interactúan con sus estímulos cambian de estado, pero dicho cambio de estado, aunque supone una
comunicación de información y preludia una conducta propositiva, no supone una abstracción de información sobre el entorno. Cuando colisionan las moléculas que configuran el proceso físico sistemático llamado protozoo vivo, las microconductas moleculares del protozoo le permiten comunicarse con el entorno, pero no abstraen el entorno, por lo que difícilmente pueden configurar información consciente: si un estímulo E1 del entorno provoca una cambio en la molécula M1 del protozoo, receptora específica de E1, cambiando a M1´, M1´ ya no comunicará a M2, con la que colisionará específicamente, información codificada sobre E1, sino referente a M1´. Aunque M1 haya cambiado de estado por su interacción con E1, M1´ no es E1, ni su representación, sino un eslabón en la cadena: ¿?-E1-M1-M1´-M2-¿?. La secuencia de comunicación de información que empieza en el entorno continúa en el protozoo, lo cual le permite integrar una conducta propositiva, pero la integra inconscientemente.
El protozoo continúa la secuencia que proviene del entorno, pero no forma en su sistema molecular una representación cuantificada, codificada, real, abstracta, isomórfica y compatible del entorno, no conoce su entorno, no se abstrae de él, forma parte de él, así que ni conoce su entorno ni se conoce a sí mismo.

Un poco de milagro y otro poco de ciencias.

El objetivo de esta tectura no es el de negar la existencia de los milagros, sino el de mostrar que muchas veces, por falta de información, se confunde un adelanto o conocimiento científico o tecnológico con la realización de algún milagro.

Hubo una época (bastante reciente) en que podía atribuirse muchos fenómenos naturales a orígenes sobre-naturales. Los eclipses, los cometas y hasta la sucesión de las estaciones solían demandar ofrendas a los dioses.

Ahora, en las sociedades científicas podemos sonreirnos con la observación de algunas conductas humanas frente a fenómenos que admiten una explicación científica (natural).

Pero mantenemos muchas conductas que conviene analizar:

Es frecuente que se hable de milagros de la medicina frente a curaciones que hasta hace poco eran impensables. Y si algo está lejos de ser un milagro es justamente el desarrollo tecnológico racional, cuya expresión más directa quizás sea la medicina moderna. Que una persona pueda vivir con el corazón de un muerto no es un milagro. Es la coronación de un esfuerzo racional e intencionado. Milagro es, casi por definición, algo inesperado. Y ningún medico realiza un trasplante esperando que falle.

Y me surge una duda: Por qué no se habla de milagro cuando después de 100 operaciones exitosas, la siguiente se muere?. Sólo hay milagros positivos?. Cómo deben calificarse estas situaciones. Fallas de la tecnología?. Nuestra bien habida costumbre de echarle la culpa a alguien o a algo y no a nuestra ignorancia.

También se habla de salvaciones milagrosas en el caso de existir unos pocos sobrevivientes en accidentes aereos. El verdadero milagro sería volver el tiempo atrás y evitar el accidente. Y si la ciencia lograra hacer esto, inmediátamente lo califícaríamos de milagro.

Por qué mantenemos la maravilla del cuento infantil de Alí Babá y los 40 ladrones con la milagrosa piedra que respondía a la frase "Ábrete Sésamo", cuando muchos de nosotros usamos controles remotos rutinariamente (y muchas veces para abrir portones) Y ni siquiera debemos pronunciar palabras mágicas (sólo unas buenas pilas).

Y como pregunta final:

Es milagroso que el promedio de vida sea tres veces superior al que teníamos hace 100 años?.

adolfocanals@educ.ar

domingo, 29 de julio de 2007

En las Vísperas, nadie se muere.

Esta expresión parece absolutamente irrefutable. Sin embargo, es conveniente analizar un poco su uso y significado.
En su uso habitual, parece darse por sobre-entendido que ya tenemos asignada la fecha de nuestra muerte. Los adherentes a este criterio aceptan que si, "Por milagro" alguien sobrevive a un accidente, a esa persona aún no le había llegado la hora.
Sin embargo, cabe preguntarse por qué a la gente de esta época, la hora le llega más tarde que a los que vivían hace 100 años?. Esta pregunta no es trivial. El promedio de vida casi se ha triplicado en los últimos 100 años.
Hace 100 años (estoy usando esta cifra sólo como ilustrativa), una persona con un ataque cardíaco era dada por muerta. En la actualidad, es probable que, en un caso similar, se intentara (y con éxito) algún tipo de resucitación.
Hace 100 años había muchas muertes de bebes y parturientas durante el parto, que con la tecnología actual se convertirían en madres e hijos felices.
Etc., etc.

Entonces la pregunta es:
A una persona le llega su hora?.
Ó, la tecnología disponible puede atrasar el reloj?.

Es bueno hacer el ejercicio de preguntarse si actualmente no estamos dando por muertas a personas que en el futuro podrían gozar de excelente salud?.
Si alguien opina que Dios, (o su equivalente en las diferentes creencias), se encarga de fijar el límite de nuestra existencia, creo que es válido preguntarse por qué les da más tiempo de vida a las personas actuales que a las de los siglos anteriores?.
A las personas totalmente fatalistas (que creen en su destino a ultranza) se les puede preguntar por qué se corren si un coche amenaza con atropellarlos. Después de todo, si el destino implica morir atropellado cómo vamos a evitarlo?. Y si no era la hora de nuestra muerte para que preocuparnos?.
Puede observarse que creo en la Vida. Si no, no es divertido vivir. Y por supuesto que creo que vale la pena intentar que la vida sea divertida.
También podría preguntarse si vivir más es un premio o un castigo?. Voto a favor del premio, pero acepto opiniones en contrario.
En resumen y en mi opinión la frase verdadera debe decir:

NADIE SE MUERE ANTES DE QUE LA TECNOLOGÍA DISPONIBLE LO DECLARE MUERTO

El DZero, un Barión recién llegado.

Conocer la masa del barión Cascada b proporciona a los científicos información que necesitan para desarrollar modelos precisos de cómo los quarks individuales se unen en partículas más grandes como los protones y los neutrones.
El barión Cascada b se produce en las colisiones de altas energías entre protones y antiprotones en el Tevatrón del Fermilab. Un barión es una partícula de materia formada por tres bloques fundamentales de la materia, los llamados quarks. Los bariones más familiares son el protón y el neutrón del núcleo atómico, compuestos por quarks de los tipos Up y Down. Aunque los protones y los neutrones forman la mayor parte de la materia conocida hoy, los bariones compuestos de quarks más pesados, incluyendo el barión Cascada b, eran abundantes en el universo poco después de ser creado en el Big Bang. La fuerza fuerte une los quarks en partículas más grandes, como el propio barión Cascada b. Éste llena un espacio vacío en el Modelo Estándar.Antes de su descubrimiento, sólo se tenían evidencias indirectas de la existencia del barión Cascada b por experimentos en el acelerador LEP del Laboratorio CERN, cerca de Ginebra, Suiza. Por primera vez, el experimento DZero ha identificado positivamente al barión Cascada b a partir de sus partículas hijas, producidas durante su desintegración, en una detección notablemente compleja. La mayoría de las partículas producidas en las colisiones de altas energías son efímeras y se desintegran casi al instante dando lugar a partículas estables más ligeras. Los detectores de partículas como el DZero miden estos productos estables de la desintegración para descubrir nuevas partículas producidas en las colisiones.
Una vez generado, el barión Cascada b viaja varios milímetros, casi a la velocidad de la luz, antes de que la acción de la fuerza nuclear débil lo haga desintegrarse en otras partículas.Tamizando a través de los billones de datos de las colisiones producidas durante los últimos cinco años para identificar a estos productos finales de la desintegración, los físicos del DZero han descubierto 19 eventos candidatos a ser manifestaciones de bariones Cascada b. Las probabilidades de que las señales observadas se deban a algo diferente de los bariones Cascada b, se estima que son de una entre 30 millones.
El DZero es un experimento internacional de unos 610 físicos de 88 instituciones de 19 países.

Infinitud...un predicado de Dios.


La palabra «infinito» se encuentra primero como calificativo de la -> materia originaria informe, más tarde se convierte en un predicado predilecto de -> Dios.

Anaximandro es el primero que habla del infinito (apeiron) como fundamento inagotable del devenir y perecer de las cosas. Éstas constan, según los pitagóricos y según Platón, de un elemento indeterminado (apei-ron) y de otro que determina (peras = límite). Aristóteles se plantea la dificultad de unir la limitación de los cuerpos con su divisibilidad sin fin. Por ello introduce la distinción entre el infinito potencial y el actual (-> acto y potencia), o sea, entre lo divisible o multiplicable sin límite y lo realmente ilimitado. Un infinito actual no se da; el infinito potencial se realiza como la multiplicabilidad infinita de las cantidades numéricas y como la divisibilidad infinita del espacio; al tiempo le corresponde la i. en cada uno de estos dos aspectos. Y como con el tiempo también el movimiento del mundo es infinito, sería natural atribuir la i. actual al último motor inmóvil de todo lo movido, que es Dios; pero Aristóteles no lo hace.
El fundamento de esto hay que buscarlo en el pensamiento griego (patente también en el arte y en la ética) de que lo perfecto es lo que tiene una medida adecuada; mientras que lo ilimitado e informe es de menos valor. Lo real, que a su vez es lo verdadero, lo bello y bueno, es lo limitado y cerrado. Esta mentalidad muestra una gran confianza en la fuerza de la razón que define y delimita.
Esta valoración de lo infinito cambió a causa del interés que los pensadores neoplatónicos y sobre todo los cristianos tuvieron por aquel polo del ser que está en oposición a la materia infinita: lo divino. Esto no podía, en todo caso, ser finito. Como algo que escapa a nuestra comprensión, debía más bien ser ilimitado; en cuanto origen inagotablemente fecundo del mundo debía contener el conjunto de todas las perfecciones. Los padres griegos convierten el término «infinito» en un predicado destacado de Dios. Según Tomás de Aquino, la materia (primitiva) y la forma se limitan mutuamente, constituyendo el ente (-> hilemorfismo). Pero la forma perfecciona la materia, mientras aquélla sólo es limitada por ésta. Por consiguiente, aunque ambos -> principios en sí son infinitos, sin embargo la materia sólo puede subsistir en el ente, mientras que la forma es por sí misma capaz del ser. Por esto, la forma del -a ser que subsiste puramente en sí (Dios), es infinita en acto por sí misma. Además, lo infinito no sólo es el primer ente, sino que también lo primeramente conocido, evidentemente en y para sí, no para nosotros. Mas como el ser, por un lado, es semejanza de Dios y, por el otro, es lo más familiar a nuestro espíritu, Dios es en cierta manera lo primero que nuestro espíritu conoce. Descartes expresa claramente esta consecuencia: la cosa finita y el mundo indefinido sólo son cognoscibles sobre el trasfondo de un conocimiento previo del Dios infinito. Por tanto el concepto de infinito pertenece esencialmente al —> alma humana, que con ello es de algún modo infinita. De modo parecido ya en Nicolás de Cusa aparecía entre la i. de Dios y la de la materia prima una i. real del mundo en espacio y tiempo, que él concibió como desarrollo de la riqueza replegada (complicite) en Dios. En consecuencia la i. del alma, la del mundo y la de Dios se acercan cada vez más, hasta que finalmente coinciden en las especulaciones de Espinosa y de nuevo en las del idealismo alemán (-> panteísmo). La crítica de Locke se dirige contra estas emanaciones hipostasiadas de lo infinito desde el número infinito del hombre; en conexión con ello desarrollan Leibniz y Newton el cálculo infinitesimal. Con impulso similar acentúa Kant que todo lo que se nos da es finito, pero que nuestra tarea es infinita (consiste en continuar la síntesis condición-condicionado, la división o numeración). Así, pues, lo infinito nunca es real y cognoscible, es sólo una idea reguladora de la investigación de la naturaleza o un postulado de la aspiración moral. El último gran filósofo de la i. es Hegel, para quien una autosuficiencia de lo finito (de aquello que no es idéntico con su concepto) constituye una contradicción. Sin embargo, todo ente finito como tal está limitado por otro y así se transciende a sí mismo. Se evidencia así que lo finito quiere llegar otra vez a ser lo que era originariamente: infinito. Pero la verdadera i. no es ni el transcender infinito de los límites ni un infinito cerrado en sí que excluya lo finito (una tal i. «mala» estaría determinada por lo finito y así ella misma sería finita); es más bien la identidad del ser o concepto divino que se mantiene en toda enajenación y en todo movimiento. En sustitución de esta línea de la metafísica, Heidegger intenta pensar una finitud del ser y del hombre que pueda entenderse por sí misma, sin el presupuesto de una infinitud.
Los números actuales infinitos (transfinitos), que fueron introducidos por el matemático Jorge Cantor (+ 1918) con su doctrina de los conjuntos, designan un quantum constante, aunque progresivo, que es mayor que cualquier magnitud finita del mismo tipo, y mayor por consiguiente que el máximo número (inexistente) de la serie natural de números, 1, 2, 3..., por ejemplo el conjunto de todos los números finitos. La concepción «platonizante» que late en la doctrina de los conjuntos sobre número como objeto ideal, es combatida por una dirección «operativa», más cercana a Aristóteles, en la investigación de los fundamentos de las matemáticas.
2. Significación teológica del concepto de infinitud
En la Sagrada Escritura la designación de Dios como «infinito» juega un papel insignificante. Esa designación aparece para alabar el poder incomparable de Dios, tal como se muestra en las obras de la creación y en su ayuda salvadora; a la vez este predicado expresa siempre la incapacidad del hombre para comprender a Dios. Ambos motivos continúan siendo determinantes en el empleo del concepto de i. dentro de la especulación teológica. Ésta, que debe acomodar el mensaje revelado a nuestra forma de pensar (de cuño griego), apenas si puede renunciar al concepto de la i. divina como importante concepto auxiliar. Sin el apoyo de una doctrina de la i. divina el mensaje de la solicitud amorosa de Dios hacia nosotros, expresado en categorías personales, corre el peligro de perder su seriedad. Sólo un Dios de esencia infinita puede estar presente en la búsqueda ilimitada del espíritu humano en forma tal que al mismo tiempo se oculte. Sólo un Dios así no pasa jamás, como ocurre con todo objeto finito y adecuado a la finita comprensión humana, a ser un fenómeno que, quiéralo o no, debe dejarse contemplar. Con otras palabras, sólo un Dios así puede revelarse libremente y, precisamente en la -» revelación, conservar la soberanía sobre todo conocer humano (-> misterio). Asimismo la -> creación, como libre posición activa del ser finito en su propia independencia, únicamente es posible si el creador dispone sobre todo lo que es con una soberanía insuperable e infinita, de tal modo que no sólo no pueda darse nada con independencia de él, sino que, además, lo creado subsista en sí mismo, (no a pesar, sino a causa de esta dependencia radical).

El alma...,digo: la energía solo se transforma.

Me encontraba en uno de los ángulos rectos de una fría habitación, observaba como resucitaban a un cuerpo, hombres de batas unicolores decían, ¡Se nos va!, choques eléctricos descargaban a ese pedazo de materia, mientras en mis oidos retumbaba un sonido al compás de una luz enceguecedora que me llamaba, yo decía: aún no quiero ir, aún estoy bien,aún... no entiendo por qué tratan de revivir a un cuerpo cuando hay millones que vagan por ahí, ese ya culminó su ciclo para irse a cumplir otro, ¿Creo? los hombres ya agotados desisten, dicen en coro ha fallecido, con caras largas tapan al cuerpo y salen de la habitación, me acerco a él con una luz alrededor y cuando veo era yo quien estaba acostado...
Pues no he muerto, estoy aquí, tal vez ellos no me ven porque he pasado a otra dimensión...
El alma no se crea ni se destruye solo se transforma... somos energia

adolfocanals@educ.ar

Desde el número cero al vacío matemático

No es imaginable la actividad científica sin su instrumental matemático. Dentro de ese instrumental, lo elemental es contar con sistemas de numeración y de cálculo operativos. Eso hoy son obviedades que parecen no requerir mayor explicación. Sin embargo, el sistema de numeración decimal que hoy utilizamos con la mayor naturalidad no siempre estuvo a mano. De hecho, su uso en Europa no es anterior al siglo XV; y no fue un producto de la ciencia occidental. Tuvo que ser importado de la India a través de la mediación árabe: por eso, a ese sistema de numeración lo designamos también como “cifras árabes”. Pues bien, el sistema de las cifras indo-árabes, que técnicamente hay que llamarlo “sistema posicional decimal con cero operador”, tiene uno de sus fundamentos principales en el uso del cero. Se ha dicho que el cero es la principal contribución de la India a la cultura universal. Sin cero no habría sistema decimal posicional, como tampoco habría sistema binario –ése en el que la información digitalizada es reducida y tratada en toda clase de instrumentos de la tecnología más reciente–. El término “cero”, al igual que el término “cifra”, deriva etimológicamente del árabe “sifr” (que significa ‘vacío’) y éste es la traducción del original nombre para el cero, el sánscrito “sunya” (literalmente ‘vacío’). El cero es, pues, el vacío matemático. Lo es al señalar una posición vacía en el orden posicional de las potencias de diez (unidades, decenas, centenas, miles, etc): un número como 3069, por ejemplo, fue escrito originalmente como 3 69, lo cual señala una posición vacía en el orden de las centenas. El signo cero explícito recuerda simplemente esta ausencia. Y el cero es el vacío porque designa la ausencia de cantidad. La gran contribución al “inventar” el cero fue conceptualizar esta paradoja de contar lo incontable, incluir como número algo que propiamente es lo opuesto al número porque es la ausencia de cantidad. Esa operación mental, aparentemente simple, decisivamente revolucionaria, no fue asequible al pensamiento de Occidente. Tuvo que producirse en la India (antes del siglo III aC), en un contexto marcado por un pensamiento que supo atender al valor de la ausencia, al valor del vacío. No fue el fruto de la introducción de un mero artificio técnico en los sistemas de numeración. Este aspecto extracientífico es crucial; Occidente, al ignorar o despreciar durante muchos siglos el valor del vacío, fue incapaz de “inventar” el cero

viernes, 27 de julio de 2007

Mi calecita del Viaducto.

Hace mucho, mucho tiempo, los chicos no teníamos límites para extender nuestras miradas, nuestra imaginación y nuestros deseos de aventura.
Si queríamos cabalgar, elegíamos el más brioso corcel… si deseábamos volar, subíamos al más bello de los cisnes… si era de día, visitábamos el sol, si era de noche, a las estrellas.
Si deseábamos navegar, buscábamos la barca más hermosa y soñábamos encontrar místicos tesoros y anillos mágicos.
Si deseábamos travesura y diversión, montábamos los cerdos más dóciles de las chacras.
Pero con el paso del tiempo fueron surgiendo muros y edificios, edificios y muros, encontrarse fue más difícil y el color verde fue encarcelado en las plazas.
En una de ellas, quedó atrapado un árbol viejo y sabio que fue recogiendo los sueños de los chicos que a sus pies lamentaban sus aventuras perdidas debajo del viaducto.
Durante un equinoccio de primavera, el árbol decidió florecer mágicamente. Ese día, cuando los chicos volvieron a la plaza a reunirse bajo el árbol, encontraron en su lugar un pequeño mundo de aventuras con caballos de madera, cisnes, barcas y chanchos, cobijados bajo un cielo de estrellas de plata y soles dorados y un hombre misterioso que envuelto en una alegre melodía, les ofrecía un anillo mágico que daba entrada al mundo de aventuras que habían perdido. En un mágico instante, volvieron a vivir el viaducto y nuestra calecita.

adolfocanals@educ.ar

jueves, 26 de julio de 2007

Y después que?


¿Qué ocurre después de la muerte de los individuos humanos? Es una pregunta que todos los hombres nos hacemos al menos en algún momento de nuestra vida y que ha preocupado a la humanidad desde sus orígenes. Las religiones tienen la muerte muy presente en sus doctrinas y buscan soluciones. Los filósofos tampoco pueden escapar a este interrogante y los científicos tratan de buscar explicaciones... tarea difícil. Solamente se puede especular e imaginar, partiendo de los conocimientos de nuestra época. Imaginemos las posibles alternativas:
De cómo la materia viva se descompone...
La primera es la más evidente y simple: después de la muerte no hay nada... La maquinaria biológica del individuo deja de funcionar, se va descomponiendo lentamente, hasta que los restos del cuerpo, en parte sirven de alimento a otros seres vivos (gusanos, bacterias, etc... y en parte, se transforman en otros materiales del suelo, si el individuo es enterrado, o bien en cenizas y gases, si es incinerado; es decir la materia biológica se transforma en otro tipo de materia de La Tierra. Esto ocurre con los cadáveres de cualquier ser vivo, cumpliéndose el principio del reciclaje de la materia en los ecosistemas.

Sobrevive la especie... sobreviven los genes... sobrevive la vida...

Los pensamientos, las ideas, la inteligencia... es decir cualquier actividad cerebral nacida del cerebro en acción, al morir éste, mueren con el... ya no existen. Esta sería una visión "materialista" del tema. El "alma" del hombre muere con el, al ser un producto de su cuerpo material, mientras éste funciona. Por eso la única forma de supervivencia es la específica, por medio de la reproducción, que asegura la perpetuación de la especie a lo largo de cierto tiempo, y que viene modulada por la evolución.
Es una estrategia de vida que los seres eucariontes, no bacterianos, con reproducción sexual tenemos; las células y los organismos individuales mueren y es la especie la que sobrevive en el tiempo a través del sacrificio de sus individuos; con el tiempo, las especies cambian, evolucionan y la vida, con una u otra forma sigue... En realidad son los genes y sus moléculas de ácidos nucleicos los que se perpetúan...
Los genes de los seres vivos, que son los guardianes de la información biológica, van acumulando ésta a lo largo de la evolución y de esta forma, cada vez se forman seres más complejos y con mayor información acumulada, lo que les hace ser más autosuficientes e independientes del ambiente: es el caso de los mamíferos y en especial de la especie humana.

La estrategia de las bacterias...
Otras veces se forman seres vivos simples y ubicuos que no requieren un alto grado de información genética pero que están perfectamente diseñados para resistir cualquier cambio ambiental, en especial por su rápida reproducción y número; son las bacterias. En estas, al reproducirse habitualmente por bipartición asexual, si se puede hablar de la persistencia de los individuos a través de las generaciones, aunque no de forma exacta. Las bacterias nos son clones exactos de si mismas pues hay variación genética por varios procedimientos: mutaciones, a través de virus y por una especie de reproducción sexual que ellas practican de vez en cuando: la conjugación.

¿Por qué mueren las células?
¿Por qué las células no son inmortales?
Hay varias causas que hacen que las células acaben por morir. En primer lugar, las células al reproducirse, los telómeros (partes terminales) de sus cromosomas van acortándose y esto hace que dichas células tengan un número de mitosis limitado. De esta manera una determinada estirpe celular tiene sus días contados. Solamente en las células cancerosas no ocurre esto.
Por otro lado el gran rendimiento energético que obtiene las células de la respiración en presencia de oxígeno tiene un precio: Las células en un principio vivían en ambientes muy pobres en oxígeno; en una atmósfera más bien reductora. Con el surgimiento de la fotosíntesis oxigénica durante el proceso de la evolución biológica, la atmósfera y el agua se fueron enriqueciéndose paulatinamente en este gas hasta que se produjo una atmósfera oxidante semejante a la actual. Además el oxígeno formó una capa de ozono en la estratosfera que impedía el paso de radiaciones ultravioleta de onda corta, muy agresivas para las células. Este hecho permitió una explosión de vida y posteriormente la conquista del medio terrestre, sobre todo por parte de las células eucariotas, es decir no bacterianas.
Las células, al principio, no tenían defensas contra el oxígeno del ambiente, que es muy reactivo y muchas debieron sucumbir. Pero la vida es tenaz y persistente y pronto aprendieron a protegerse de este enemigo; aparecieron por ejemplo, enzimas que lo neutralizaban; pero no solo aprendieron a protegerse de él sino que aprendieron a utilizarlo en su provecho: Se inventó la respiración en presencia de oxígeno o respiración aerobia. Los orgánulos adecuados donde se realizó este ingenio fueron las mitocondrias, es decir, antiguas bacterias endosimbióticas.
Pero como he dicho anteriormente este invento tiene un precio: Se producen radicales de oxígeno, los radicales libres, que son altamente reactivos y acaban dañando estructuras vitales de las células, como su membrana plasmática. Este deterioro se puede retardar con dietas "sanas" tipo mediterráneo, por ejemplo y con ciertas vitaminas protectoras de esta oxidación como la vitamina E.
Además los errores genéticos que se van acumulando en el ADN de las células durante la replicación y por acción de agentes externos más o menos agresivos (mutaciones) pueden influir en el desgaste celular. Estas son algunas de las principales causas de envejecimiento celular.
Alternativa no materialista

La segunda alternativa es que después de la muerte individual del ser vivo, algo queda... algo no material, que no se sabe exactamente a donde va. Nos podemos plantear tres cuestiones:

¿Todos los seres vivos sufren este proceso o solo los animales superiores, o bien solo el hombre, como ser vivo especial?

¿Qué naturaleza tiene ese "algo" no material?

¿Cual es el destino y función de ese "algo"?

¿Energía espiritual?
Es lógico pensar que a medida que el ser vivo se complica en organización, ese algo, una especie de energía, también es más complejo; pero ¿es más persistente una vez muerto el organismo vivo? La duración de "eso" quizá dependa de la complejidad: cuando se alcanza un cierto nivel de organización vital, el "espíritu" se estabiliza y persiste... Puede que surja cuando se alcanza un nivel de raciocinio y consciencia como la alcanzada por el hombre y sea un estado de mayor nivel en la materia-energía: Primer nivel: materia no viva; segundo nivel: materia viva; tercer nivel: energía espiritual.
Es dificil creer que ese "algo" (espíritu, alma, etc.) sea de naturaleza material, ya que no lo vemos, no lo percibimos y no podemos demostrar su materialidad científicamente. Podemos pensar que pudiera ser algún tipo de energía. Tampoco ha podido ser demostrada su existencia y su naturaleza. Pero existen en la cultura humana citas de esto que nos ocupa:
Las ciencias alternativas como la parapsicología tratan de ello o de algo relacionado: Energía psíquica, viaje astral, ectoplasma, aura, ente, etc...
Creencias y leyendas populares hablan de: Fantasmas, espíritus buenos y malos, muertos resucitados, etc...
Las religiones son las que más lo consideran: nos hacen creer en: el alma inmortal, en los ángeles, en los diablos, en la resurrección de los muertos, en los dioses o en Dios...

¿Espíritus energéticos?
Para la ciencia, tal asunto no es material; en todo caso, si existiese podría ser una forma desconocida de energía o todavía no identificada. ¿Que tipo de energía? Energía electromagnética... luminosa... del vacío... mental...
¿Es quizá, nuestra actividad mental recogida y almacenada, a medida que la producimos, por inteligencias superiores, o bien de forma natural, en entidades de información energética y de esta forma conservada e inmortalizada? Es posible que estas entidades o almas, que se van fabricando con la vida de cada persona, luego sean utilizadas por entidades superiores (dioses), para enriquecerse o bien pasen a formar parte del "espíritu" del Universo.
De forma que en el Universo hay varios niveles de organización: 1.- la materia no viva, asociada a la energía conocida con sus múltiples variantes 2.- la materia viva, asociada a la energía espiritual: Los seres vivos almacenan información en unas unidades de información biológica, los genes. Para esto utilizan un lenguaje de 4 letras (las 4 bases nitrogenadas del ADN) que forman unidades variables de secuencias formadas por variaciones con repetición de estas letras. A lo largo de la vida individual de los miembros de una especie, estos genes van registrando la información de sus experiencias vitales, influenciadas por el ambiente y van determinando la evolución de la especie; se almacena toda la información de la historia de la especie, de sus orígenes y ancestros en los genes de sus individuos. La especie, a través de sus miembros, va evolucionando, se va transformando, según los cambios ambientales. Pero también existe un influjo de la especie en el ambiente, de manera que ambos, en cierta medida, se transforman juntos, interaccionando entre si.
El gran caudal informativo almacenado en los genes de las diferentes especies de seres vivos puede que se consiga transvasar a entidades espirituales energéticas capaces de almacenar dicha información; serían las almas o espíritus, bien individuales de cada ser vivo, o al menos de determinados seres vivos con cierta complejidad ¿humanos? O bien una energía colectiva que recoge la información biológica, una energía espiritual cósmica. ¿Cómo se consigue esto?

¿Espíritus informáticos?
El camino puede ser a través de los biochips. Las neuronas establecen circuitos neuronales en el encéfalo, según la información genética por un lado y según las experiencias ambientales y vitales por otro, y estos circuitos son la base biológica de las "funciones espirituales" de la especie humana. Si la información neuronal se consigue trasvasar a chips informáticos, la experiencia vital de una persona se puede almacenar de forma permanente en máquinas. Se pueden conectar microchips en una persona, o bien fabricar neurochips, que siendo inocuos para ella, vayan recogiendo su información vital desde que nace hasta que muere y esta información se vaya almacenando permanentemente, de forma semejante a como se almacena información en una especie de CD-Rom. Posteriormente estas informaciones vitales se podrían utilizar de diversas formas. Es una forma de que seres inteligentes (¿dioses?) adquieran información de nuestro planeta a través del procesamiento y análisis de nuestras experiencias vitales. De alguna manera estas informaciones que conservan nuestras "vidas" nos hacen inmortales. ¿Pueden transferirse a nuevos cuerpos? ¿Se acumulan, junto con otras y dan lugar a inteligencias cada vez más perfectas y poderosas?

Recapitulación: A medida que el Universo evoluciona, surge la vida y luego el espíritu...
A medida que se asocia la materia y la energía, surgen realidades emergentes de nivel organizativo superior a lo anterior, que dependen del buen funcionamiento de las asociaciones inferiores, pero que son más complejas, poderosas y autosuficientes. Las entidades inferiores, no desaparecen, sino que pueden subsistir en su estado, libremente, o pasar a integrarse en asociaciones de jerarquía superior. En todo este proceso tiene un papel determinante el tiempo ya que se trata de un proceso evolutivo, de cambio, de transformación de la materia y de la energía universal. Así, las partículas subatómicas forman átomos, más complejos, los átomos forman moléculas, las moléculas, macromoléculas; a partir de aquí ya se pueden formar estructuras vivas: Ha aparecido el ARN, y su posterior forma más estable, el ADN, fundamentos de los seres vivos. Estas macromoléculas se organizan en genes, que son las unidades de información de la materia viva y que permiten que esta materia se expanda y desarrolle, pues tienen capacidad de reproducción (replicación). Además registran y almacenan las informaciones ambientales con objeto de adaptarse mejor a los lugares donde se encuentran, es decir "viven". Por otro lado, estas macromoléculas tienen tendencia, con el paso del tiempo, y a medida que almacenan más información y por lo tanto crecen en tamaño, a asociarse con otras moléculas y macromoléculas (proteínas, lípidos, glúcidos, etc.) y a crear estructuras vivas cada vez más complejas ¿quizás para protegerse mejor del ambiente y perpetuarse con más facilidad? (los genes egoístas de R. Dawkins). Así, nacen los orgánulos y las células, que actualmente son las unidades de vida más representativas. Estas últimas, pueden ser de estructura más sencilla, las bacterias, o bien de estructura más compleja, las demás células como las animales, vegetales o fúngicas. A medida que pasa el tiempo de este Universo y éste se desarrolla y evoluciona, surgen entidades vivas más complejas. Esto sucede si existen lugares que reúnan las condiciones necesarias para la vida, es decir planetas de tipo terrestre (al menos, la vida, tal y como nosotros la entendemos).
Si estas condiciones persisten en el tiempo en el planeta, la vida se desarrolla y se expande, creando formas cada vez más complejas: las células se asocian en organismos pluricelulares, más complejos y poderosos; estos seres se van complicando cada vez más y llega un tiempo en que algunos de estos seres se hacen tan complejos que desarrollan un órgano, el cerebro, que supera a los genes en el almacenaje y procesamiento de la información ambiental, con lo cual estos seres, determinados animales, aunque necesitan de otros seres vivos y no vivos para subsistir, son cada vez más autosuficientes y dominan cada vez mejor su ambiente. Surgen los mamíferos y uno de ellos el hombre, alcanza el máximo poder de autosuficiencia y control ambiental.
En la especie humana emerge ahora la consciencia y la vida espiritual. ¿Ocurre algo semejante en otros animales complejos aunque en menor grado? Es probable que sí, y el grado dependerá de su complejidad y desarrollo cerebral. Esta vida emergente tiene su sustrato en el cerebro y en la actividad neuronal de éste. Las neuronas, células muy especializadas, se asocian en dicho órgano y establecen comunicaciones entre ellas, los circuitos neuronales, base de las funciones cerebrales superiores, tales como la memoria, raciocinio, aprendizaje, inteligencia, emociones, etc., y que todas ellas fundamentan la vida espiritual. Es decir, esta "emergente vida espiritual", mientras no se demuestre lo contrario, solo puede vivir si se asienta sobre el substrato cerebral, formado a su vez por unidades de vida inferiores como son las células neuronales, eso sí especializadas y asociadas convenientemente para crear esta nueva forma de vida.
Las neuronas, a medida que van siendo estimuladas por el ambiente, aumentan sus ramificaciones dendritícas y establecen cada vez más sinapsis entre sí, es decir los circuitos neuronales van proliferando con los estímulos ambientales. Esto da lugar a un sistema biológico de almacenaje de información mucho más rápido que el genético pero menos estable, ya que se transmite culturalmente, de generación en generación y no a través de los genes, aunque éstos a la larga van determinando cerebros cada vez más capaces y eficientes. Como he imaginado, quizá fantaseado, el gran salto es la separación de esta vida espiritual emergente de su sustrato biológico cerebral